La historia de Franco es muy triste, el nació en un hogar muy pobre,  pero pobre en serio, de esos que de desayuno almuerzo y cena se come cariño con dos cucharadas de azúcar.

Apenas pudo moverse por sus medios su madre los dejo a el y todos sus hermanitos en la calle enseñándoles la parte difícil de la vida antes de tiempo. Franco creció buscando siempre alguna persona que le diera el cariño con el que se había criado, no importaba que le brindaran un techo confortable o lujos, solo el cariño del que se alimentaba durante sus primeros pasos.

Comía de la basura, vagaba por las calles y cuando su espíritu le exigia atención buscaba acercarse a la gente ésta lo sacaba carpiendo, nadie podía ni quería ver mas alla de su mugre, de alguna manera el hecho que no llevará zapatos ocultaba el hecho de que el que tenía el estomago rugiendo era un ser vivo.

Su vida no estaba tan mal, la pasaba callejeando, se juntaba con amigos y andaba en bandadas, nadie le decía nada de su vida, nadie lo molestaba por que a nadie le importaba. Con el tiempo sus días empezaron a transcurrir entre corretear féminas, desafiar a sus pares y cuando el sueño vencia buscarse un banquito donde recostarse.

Un día que había empezado con muchos decibeles, se despertó con una manifestación política que con bombos y gritos lo logro aturdir, dejándolo a la deriva de una oleada de gente que lo empujaba y lo hacia avanzar contra su voluntad. Por primera vez en su vida Franco sintió que realmente estaba vivo, cuando estuvo a punto de desistir en la lucha de avanzar e intentar librarse de la multitud que terminaría por aplastarlo una mano anónima y desinteresada lo tomo desde afuera y lo dejo a salvo. ¿De quién era esa mano? ¿Qué pasaba? Franco no entendió nada y se desmayo, despertó en una casa muy humilde donde un hombre con lentes negros le hablaba “Te escuchaba gemir, era obvio que estabas incomodo en la multitud, pero hasta que no empezaste a ladrar no te pude rescatar, discúlpame que haya tardado. Te preparé algo de comida” dijo mientras buscaba un palo blanco y empezaba a buscar un plato con polenta y pajaritos.